Akiba Rubinstein fue un gran jugador polaco cuyas partidas aun hoy tienen gran influencia en el ajedrez actual.
Nació tal día como hoy, 1 de diciembre de 1880, aunque algunas fuentes citan su nacimiento dos años después, en Stawiski (Polonia). Era de origen judío, Rubinstein no destacó en el juego de joven, de hecho aprendió a jugar a los quince años y su primer gran torneo fue en Kiev en 1903, donde fue quinto. Su nombre empezó a sonar en 1906 tras quedar tercero en el torneo de Ostende tras Schlechter y Maróczy, dos de los más fuertes jugadores del momento.
Al año siguiente ganó en Ostende, además de Carlsbad y Lodz, lo que le colocó entre los más fuertes ajedrecistas de finales de la primera década del Siglo XX. En este último torneo nos dejó una de las combinaciones más famosas de la historia:
Pero cuando derrotó a Lasker en San Petersburgo en 1909, compartiendo a la postre el primer lugar en ese torneo, se ubicó definitivamente en la élite.
En 1911 en el famoso torneo de San Sebastián acabó segundo tras el debutante Capablanca, venciéndole en su duelo particular.
En 1912 su esplendor era absoluto, ganando cinco grandes torneos: San Sebastián, Piešťany, Wrocław, Varsovia y Vilna.
Lo lógico es que hubiera peleado con Lasker por el título en aquellos años, pero en ese momento no existía un ciclo por el campeonato, los jugadores debían conseguir una suma de dinero y que el campeón aceptará el reto. Akiba nunca pudo reunir grandes cantidades de dinero y Lasker nunca accedió por tanto a jugar con él.
En 1914 un pobre resultado en San Petersburgo, el inicio de la primera Guerra Mundial y la fulgurante aparición de Capablanca dejaron claro que su momento de llegar a ser campeón había pasado, no obstante, es recordado como un campeón sin corona. De hecho, Rubinstein no perdió un match en su vida (sólo empató el primero disputado con Salwe en sus pinitos ajedrecísticos), los encuentros a muchas partidas le iban muy bien tal vez por la solidez de su juego. Algunas fuentes mencionan que Lasker llegó aceptar el duelo en 1914 pero el match nunca se celebró debido a la guerra, en cualquier caso, Rubinstein no tuvo su merecida oportunidad de aspirar a ser campeón del mundo.
Tras la guerra, se mantuvo en un segundo escalón entre los maestros de elite, aun así logró algún resultado meritorio como su victoria en un match con Bogoljubov en Suecia, al que derrotó por (+5 −4 =3), o triunfando en Viena en 1922 por delante del futuro campeón Alekhine.
En 1930, logró la medalla de oro en la Olimpiada con la selección polaca con 13 victorias y 4 tablas.
En 1932, tuvo que dejar el ajedrez profesional por problemas esquizofrénicos, en sus últimos torneos solía levantarse de la mesa en cada jugada para sentarse en una silla vacía en un rincón, una anécdota que demuestra lo difícil que le resultaba jugar al ajedrez fue cuando Rubinstein tras una partida aplazada, se fue al comedor con un tablero de bolsillo para analizar la posición mientras comía, al terminar salió del comedor sin dejar de mirar el tablero, tras un pequeño paseo por el hotel, se encontró con una puerta que ponía COMEDOR, entró, se sentó y volvió a comer de nuevo, sin recordar que lo acababa de hacer».
La locura de Rubinstein también generó momentos de genialidad como cuando en la última ronda de un torneo, necesitaba unas tablas para ganar el mismo, tras pocos movimientos su adversario le ofreció tablas pero Rubinstein las rechazó, jugadas después cuando Akiba tenía una clara ventaja fue él quien propuso las tablas, su oponente sorprendido aceptó y el gran Rubinstein le dijo “Yo soy quien debe decidir el resultado de una partida contra un jugador de su categoría».
Aunque vivió treinta años más, no dejó bibliografía, aunque sus partidas han sido profusamente estudiadas por sus elevados conceptos posicionales. Falleció el 14 de Marzo de 1961, en Amberes (Bélgica).
Es conocido que Capablanca tras ver una de sus partidas con Schlechter dijo:
«Pocas partidas me han impresionado tanto. Para mí es una obra maestra, completa, un monumento de grandiosa precisión. Por sí sola sirve para demostrar cómo debe jugarse al ajedrez».
Su maestría en los finales, sobre todo en los de torre, es aun hoy reconocida. A pesar de ser un jugador muy sólido son bastantes sus partidas en las que aparecieron combinaciones tácticas geniales. Es difícil encontrar un jugador tan completo en la historia del ajedrez y también alguien que haya merecido más haber jugado un match por el campeonato del mundo.
Desde el año 1963 se juega un torneo en su memoria (Memorial Rubinstein) en la ciudad polaca de Polanica Zdroj, donde cada verano se dan cita algunos de los mejores GM del mundo para rendir un merecido tributo al que fue uno de los grandes ajedrecistas de la historia.
Su contribución en la teoría de aperturas es muy importante, por ejemplo, llevan su nombre:
El sistema Rubinstein contra la defensa Tarrasch, en el Gambito de Dama:
El llamado “Ataque Rubinstein” en el Gambito Dama. donde se pretenden retrasar la salida del alfil blanco de f1 para que las negras no tomen el peón de c4 ganando un tiempo:
Como nota curiosa, existe una celada en el Gambito de Dama que pierde un peón pues el caballo es incomible, y se le denomino “La Celada Rubinstein” no porque la creara, sino porque cayó en ella un par de veces. Una versión de esta celada es:
Rubinstein también dejó una frase para el recuerdo:
“No existe un misterio en diez asesinatos como en una partida de Ajedrez.”
Reti decía sobre Akiba:
«Rubinstein está considerado un jugador frío y, sin embargo, de sus partidas se puede sacar una mayor y más rica colección de bonitas combinaciones que de los otros maestros que gozan de gran fama por su juego combinatorio».
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