Aron Nimzowitsch

Aron Nimzowitsch, sin duda es el ajedrecista más relevante de la escuela hipermoderna, nació tal día como hoy, 7 de noviembre, del año 1886 en Riga (Letonia).

Nimzowitsch

Nimzowitsch es uno de los ajedrecistas más fuertes que no llegó a ser campeón del mundo, de hecho ni siquiera pudo llegar a disputar en ninguna ocasión el título.

Cuando Aron nació, Letonia era parte del Imperio Ruso, pertenecía a una familia acomodada y aprendió a jugar al ajedrez a los ocho años de edad. En 1904 se trasladó a Alemania para estudiar Filosofía pero al poco de empezar sus estudios los abandonó para dedicarse profesionalmente al ajedrez. Sus primeros años le sirvieron para situarse en un segundo nivel de la elite ajedrecística con buenas actuaciones en torneos que le labraron una buena reputación.

Veamos una de sus mejores partidas de esos años.

Con la llegada de la Primera Guerra Mundial se vio obligado a dejar de jugar durante algún tiempo.

En 1922, cuando ya era parte de la élite ajedrecista, se trasladó a Copenhague, obtiene la ciudadanía danesa y empieza a representar a Dinamarca en eventos internacionales.

Nimzowitsch fue un revolucionario para la visión que había en el ajedrez en su época, los grandes jugadores como Alekhine, Lasker o Capablanca aceptaban las ideas de Tarrasch pero no llegaban a los límites que proponía el danés, introduce el concepto del control de centro con piezas en lugar de con peones, fomenta el uso del fianchetto y da más valor a la aplicación del bloqueo en ciertas posiciones.

 

Mi SistemaPero probablemente la mayor aportación de Nimzowitsch fue su libro “Mi sistema”, publicado en 1925, es considerado el primer libro que aborda conceptos profundos de la estrategia en ajedrez de una manera ordenada y ha sido referente para varias generaciones de ajedrecistas.

También escribió otros libros: «El bloqueo», también en 1925, y «La práctica de mi sistema» en 1929, estas obras le convierten en uno de los jugadores más influyentes en el desarrollo de la teoría ajedrecística y uno de los más importantes exponentes de la literatura sobre ajedrez. Hoy en día cualquier ajedrecista que se precie de serlo aun debería echar un ojo alguna vez a alguno de estos libros, sobre todo a “Mi sistema”. En 1913, aparecieron varios artículos que luego formarían parte del libro “Mi sistema” y curiosamente muchos de los maestros más fuertes de la época se burlaron inicialmente de sus teorías.

Sus mejores actuaciones fueron: Dresde 1926 donde terminó con 8’5 puntos de 9 posibles y superando entre otros a Alekhine; primer puesto en Londres en 1927 (compartido con Tartakower); y sobre todo el triunfo en el torneo de Karlsbad de 1929, donde participaron los mejores jugadores de la época, excepto Alekhine.

Retrospectivamente se considera que Nimzowitsch era el tercer mejor jugador del mundo, inmediatamente detrás de Capablanca y Alekhine. Aunque fue su contemporáneo, no pudo llegar a competir con el título, con el primero de ellos porque no llegó a recaudar los 10000 dólares necesarios para el duelo y con el segundo porque esté prefirió elegir a rivales teóricamente más débiles para defender su título.

Murió a causa de una neumonía el 16 de marzo de 1935. Su muerte le arrebató disfrutar del reconocimiento que apenas estaba empezando a crear, hoy en día seguramente se sorprendería de saber la repercusión de sus teorías en las generaciones de ajedrecistas posteriores.

Algunas aperturas y variantes llevan su nombre, la más usada sin duda es la Defensa Nimzoindia, residual en sus tiempos y tremendamente usada en el ajedrez magistral actual. La defensa Nimzoindia se plantea tras las jugadas. (1. d4 Nf6 2. c4 e6 3. Nc3 Bb4).

También lleva su nombre la defensa Nimzowitsch (1. e4 Nc6) más residual actualmente.

Para algunos autores incluso la Apertura Larsen (1.b3) a veces es denominada Ataque Nimzowitsch-Larsen.

Todas estas aperturas se basan en su idea clave de controlar el centro con las piezas. También fue vital en el desarrollo de dos sistemas de la defensa francesa, la variante Winawer (en algunos sitios conocida como variante Nimzowitsch: 1. e4 e6 2. d4 d5 3. Nc3 Bb4)

y la variante del avance (1. e4 e6 2. d4 d5 3. e5).

En la Siciliana dejo su nombre a una línea secundaria pero que tiene bastante miga: 1.e4 c5 2.Cf3 Cf6.

Nimzowitsch influyó en numerosos ajedrecistas, los mas destacados Richard Réti o el mismísimo Tigrán Petrosián, y sin dura su legado sigue teniendo vigencia hoy día.

 

Algunas frases que dejó para la posteridad son:

El centro del tablero es como los Balcanes: siempre se vive en él bajo una atmósfera bélica.

La capacidad defensiva de una pieza clavada es solo imaginaria.

Una posición aplastante en el centro da derecho a atacar en un ala.

Aún el Rey más flojo huye despavorido ante la amenaza de un Jaque doble.

 

¿Por qué tengo que perder ante este idiota?. 

Mencionada tras perder con Sämisch en Berlin lo que le ocasionó no ganar ese torneo.

Probablemente la más famosa es su conocido aforismo:

La amenaza vele más que la ejecución.

La frase se originó debido a una anécdota ocurrida en una partida de principios de siglo entre el entonces campeón mundial Emanuel Lasker y Nimzowitsch. Lasker acostumbraba a fumar en el tablero habanos, que mareaban a sus contendientes. Por eso cuando Nimzowitsch captó que iba a encenderlo, llamó al árbitro, el cual le impidió al campeón fumar.

También son dignas de mención algunas frases pronunciadas por otros ajedrecistas al referirse a él:

 

Réti:»Para Nimzowitsch, la combinación era el medio necesario para demostrar la superioridad estratégica de una posición».

 

Alapin: «Esta nueva forma de jugar escapa a mi entender».

 

Tarrasch: «Aunque el señor Nimzowitsch sigue sus propios caminos en las aperturas, esto no es conveniente para el público».

 

 


Aron NimzowitschSin duda, Nimzowitsch ha pasado a la historia del ajedrez no sólo como un fuerte ajedrecista, también como uno de los mejores escritores de libros de ajedrez y como uno de los jugadores más innovadores de la Historia.

Es una pena que nunca llegara a disputar el titulo mundial, probablemente hubiera perdido ante cualquiera de los dos grandes genios de su época pero sin duda hubiera sido un digno rival.