Savielly Tartakower

Savielly Tartakower es uno de los ajedrecistas más ingeniosos de todos los tiempos.

Nació en Rostov (Rusia) el 22 de febrero de 1887, la primera de las muchas curiosidades que nos depara este personaje la tenemos con su nombre que vendría a significar en castellano “pequeño Saúl” o “Saulillo” de manera coloquial.

Fue un trotamundos del tablero que llegó a tener tres nacionalidades: la rusa natal, la polaca y la francesa.

Tartakower

Pertenecía a una familia de origen judío y polaco, con doce años su familia abandonó Rusia y se afincó en Viena que pertenecía por aquel entonces al Imperio Austrohúngaro, se graduó en Derecho en las Universidades de Ginebra y Viena, mientras estudiaba frecuentaba los cafés vieneses para jugar al ajedrez, tuvo la oportunidad en ese tiempo de jugar con fuertes jugadores de la época como Carl Schlechter, Géza Maróczy, Milan Vidmar y Richard Réti.

Su primer gran triunfo lo logro en Núremberg en 1906. Tres años después, consiguió un segundo puesto en el torneo de Viena, únicamente perdiendo frente a Réti.

En la Primera Guerra Mundial fue oficial del ejército austrohúngaro. Al finalizar la guerra se afincó en Paris, cuando en 1918 Polonia se independizó adquirió la nacionalidad polaca pese a no hablar el polaco.

En Francia fue donde realmente Tartakower decidió dedicarse profesionalmente al ajedrez, escribió varios libros de gran interés como “El juego de ajedrez hipermoderno” publicado en 1924. Otros libros suyos son:

  • “Quinientos juegos magistrales de ajedrez», por S. G. Tartakower y J. du Mont,
  • “Bréviaire des échecs” uno de los textos básicos más prestigiosos en francés.
  • “Mis mejores partidas de ajedrez 1905-1954”, por S. G. Tartakower.

También destacó como cronista de torneos en revistas y periódicos, de hecho es considerado el mejor periodista de ajedrez del Siglo XX, a Tartakower se le bautizó, en tono jocoso, como «El campeón del mundo de los periodistas».

En 1927 compartió el primer puesto con Aron Nimzowitsch en Londres por delante de jugadores de la talla de Frank Marshall, Milan Vidmar y Yefim Bogoljúbov y gano en Hastings en 1927 y 1928. En 1930, ganó el torneo de Lieja por delante de Mir Sultan Khan, Akiba Rubinstein, Aron Nimzowitsch y Frank Marshall, entre otros.

En los años 30, Tartakower representó a Polonia en seis Olimpíadas de Ajedrez, obteniendo tres medallas individuales (oro en 1931 y bronce en 1933 y 1935) y cinco medallas grupales (oro, dos de plata y dos de bronce). Fue uno de los principales organizadores de la Olimpíada de Ajedrez de Varsovia 1935. También ganó el campeonato polaco dos veces, en 1935 (en Varsovia) y 1937 (en Jurata).

El principio de la Segunda Guerra Mundial le pilló en Buenos Aires mientras participaba en la Olimpiada de Ajedrez compartiendo equipo con el genial Najdorf que siempre le consideró su maestro. Permaneció un tiempo en Argentina, antes de retornar a Francia poco antes de la ocupación alemana de 1940. Bajo el falso apellido de «Cartier», se unió a las fuerzas del general Charles de Gaulle. Luego de la Segunda Guerra Mundial y el ascenso del poder comunista en Polonia, Tartakower adoptó la ciudadanía francesa. Representó a este país en las Olimpíadas de Ajedrez de 1950 y fue en dos ocasiones campeón francés. Murió el 4 de febrero de 1956 en París.

Nimzowitsch Tartakower Jacobsen

Pero Tartakower era reconocido por los ajedrecistas no sólo por su gran nivel en el tablero, destacaban de él su enorme cultura e ingenio, conversar con él era todo un placer y mantenía conversaciones interesantes prácticamente sobre cualquier tema.

Por ello es conocido por sus incontables aforismos que algunos llamaron «tartakoverismos», deleitémonos con una recopilación de los mismos en la que todos los ajedrecistas nos veremos reflejados:

    «Es siempre mejor sacrificar las piezas de tu oponente».

 

    «Un peón aislado dispersa tristeza por todo el tablero».

 

    «Los desatinos están ahí en el tablero, listos para ser cometidos».

 

    «El ganador de la partida es el jugador que comete el penúltimo error».

 

    “Nadie ha ganado una partida abandonando”.

 

    «La jugada está ahí, pero necesitas verla».

 

    “El ajedrez es una lucha contra los errores de uno mismo”.

 

    “No es suficiente ser un buen jugador; también hay que jugar bien”.

 

     “Una partida de ajedrez siempre se gana por un error, sea propio o del contrario”.

 

     «Táctica es saber qué hacer cuando hay algo para hacer. Estrategia es saber qué hacer cuando no hay nada para hacer».

 

     «El enroque es el primer paso hacia una vida ordenada».

 

     «Los finales de partida con solo torres y peones equivalen a tablas».

 

     “¡¡En una partida de Ajedrez a veces juegan más de cuatro Caballos!!”.

 

     “La maniobra es una imposibilidad tornada no solamente posible, sino también lógica”.

 

     “Una maniobra no está sometida a ninguna lógica invariable, sino que muy a menudo crea su propia «lógica de los acontecimientos»”.

 

     “Cuanto más ingeniosa la idea motriz, tanto más suave debe ser la maniobra a ejecutar”.

 

     “En la primera fase de la partida tratas de conseguir ventaja; en la segunda, de consolidarla; en la tercera, sabes que perderás…”

 

     “Debiera interesarnos menos el aprendizaje mnemotécnico de las variantes y tratar, en cambio, de familiarizarnos con el espíritu predominante o directivo de cada apertura”.

 

     “Se aprende muchísimo mediante errores. No hay nada más enojoso que perder una partida de ajedrez sin poder dar con el lugar en que fue cometida la falta inicial y a causa de qué falla de concepción”.

 

     «Del ajedrez no se puede vivir, más se puede morir».

 

Entre sus anécdotas más jocosas nos dejó una con Capablanca, en la que el genio cubano tras entablar con él en Londres 1922 le dijo:

«(A usted) le falta solidez»

a lo que Saviely respondió jocosamente:

«Esa es mi virtud salvadora».

 

Su aportación en el mundo de las aperturas es importantísima, a pesar de tener grandes conocimientos teóricos, Tartakower no jugaba las aperturas más utilizadas en su época, su repertorio estaba compuesto por aperturas consideradas más débiles, en las que trataba de profundizar y encontrar nuevos caminos, es uno de los miembros más prestigiosos de la Escuela Hipermoderna, de hecho el término “hipermodernismo” fue inventado por él.

Fue el ideólogo de la apertura Catalana  (1.d4, Cf6; 2.c4, e6; 3.g3) tras prometer a los organizadores de un torneo celebrado en Barcelona en 1929 que idearía una apertura durante la competición.

Se le considera también inventor de la defensa Orangutan 1.b4, llamada así luego de que Tartakower quedó encantado con un gran simio del zoológico de Nueva York que conoció en una visita durante el gran torneo de 1924.

Ahora quedémonos con las líneas que llevan su nombre, la primera de ellas la variante Tartakower en la India Antigua

1.d4 d6 2.Cf3 Ag4

Variante Tartakower del Gambito Staunton en la Holandesa

1.d4 f5 2.e4 fxe4 3.Cc3 Cf6 4.g4

La Variante Tartakower en el Ataque de los Cuatro Peones de la Alekhine

1.e4 Cf6 2.e5 Cd5 3.d4 d6 4. c4 Cb6 5.f4 dxe5 6.fxe5 Cc6 7. Ae3 Af5 8.Cc3 e6 9.Cf3 Dd7 10.Ae2 O-O-O 11.O-O Ae7

La variante Tartakower-Fantasia de la Caro-Kann

1.e4 c6 2.d4 d5 3.f3

La variante Tartakower-Nimzowistch de la Caro-Kann

1.e4 c6 2.d4 d5 3.Cc3 dxe4 4.Cxe4 Cf6 5.Cxf6+ exf6

La variante Tartakower en la MacCutcheon de la Francesa

1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Ab4 5. e5 h6 6.Ad2 Cfd7

La variante Tartakower en la Francesa Clásica

1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Ae7 5.e5 Ce4

Variante Tartakower en el Contragambito Falkbeer

1.e4 e5 2.f4 d5 3.Cf3

La variante Tartakower de la Escocesa

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 4.d4 exd4 4.Cxd4 Cf6 5. Cxc6 bxc6  6. Cd2

Variante Tartakower de la Defensa Hungara

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3. Ac4 Ae7 4.d4 exd4 3.c3 Cf6 6.e5 Ce4

Variante Tartakower del Ataque Torre

1.d4 d5 2.Cf3 Cf6 3.Ag5

Sistema Tartakower en el Gambito de Dama

1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 Cf6 4.Ag5 Ae7 5.e3 O-O 6.Cf3 h6 7.Ah4 b6 8.cxd5 Cxd5 9.Axe7 Dxe7 10.Cxd5 exd5 11. Tc1 Ae6

Desde la jugada 7 estamos en el sistema Tartakower si bien estas 11 jugadas son las que dan lugar a la línea principal también conocida como variante Tartakower.

Pero Tartakower no sólo se dedicó al ajedrez, contribuyó a la literatura escribiendo sobre cine y traduciendo poesía rusa al alemán y al francés.

 

Por último nos vamos a quedar con una de las lecciones que dejó Tartakower a los demás ajedrecistas, sus siete pecados capitales del ajedrez:

1º – Superficialidad: Un análisis superficial es muy peligroso, no está acorde con la esencia del Ajedrez y se puede pagar muy caro.

2º- Voracidad: La glotonería ajedrecística engendra el peligro de morir envenenado.

3º- Pusilanimidad: El ser vacilante ante el análisis de determinada posición es peligroso teniendo en cuenta que dicha posición no volverá a repetirse y por lo tanto se debe aprovechar el momento preciso para jugar sin vacilación.

4º- Inconsecuencia: Hay que ser consecuente con el plan estratégico concebido; ser inconsecuente con la ejecución de una idea puede llevar a la derrota.

5º- Dilapidar el tiempo: El factor tiempo en las tres fases de la partida es tan importante como el tiempo de pensar. Desaprovecharlo y derrocharlo constituye un acto suicida tanto en el Ajedrez como en la vida.

6º- Bloqueo: Hay que ser muy cuidadoso con el Bloqueo. Su ejecución provoca a veces una pasividad extrema donde la armonía de nuestras piezas cede terreno a una fatal inactividad.

7º- Exceso de amor a la paz: Este Pecado es el Anti-ajedrez. El temor a arriesgarse y preferir la extrema tranquilidad es un germen de la derrota.

Sin duda uno de los ajedrecistas más geniales de la historia del ajedrez y probablemente el que mejor ha reflejado la esencia del ajedrez a través de sus “tartakoverismos”